La caída del muro de Berlín

 

 

Berlín Oriental 1959. Mi padre estafador, y pasador de obras de arte, estaba intentando colocarle otro Tiziano, al Museo Metropolitan de Nueva York., "El retrato de Calos V", obra desaparecida, que él decía haber encontrado en un convento en Madrid. Como antes le había salido bien, repetía. Estos enviaron a unos expertos que querían ver la obra y la copia de Rubens que estaba en Berlín Oriental, para compararlo, Por eso estábamos allí. Mi padre no había oído hablar de Libby, un señor al que un año después le dieron el nobel de química  por la datación con carbono 14, pero durante 1958, 59, y 60, cayeron los mejores timadores del mundo, como mi padre , cuando se les ocurrió usar esta prueba para verificar cuadros. Depositó mi padre  en la misma embajada de USA en Berlín, el "Antonio López", éste a quién mi padre le vió maneras en el mismo museo del Prado donde con veintitrés años estaba copiando a Velázquez. Mi padre le enseño una foto de la copia de Rubens, le dió las medidas  y le dijo, que si era capaz de sacarlo como un tiziano, se repartían las ganancias. Como poco tenía que perder, y mucho que ganar, tirando de los mismos cuadros del prado le sacó el rostro, el vestido, las manos.. y la situación esa, "un train de" que solo están en los cuadros de Tiziano. Cuando todos los permisos estaban en regla, atravesamos desde la puerta de Brandenburgo la zona de USA a la zona soviética acompañados por varios motoristas de ambos bandos y varios coches todo recto hasta el antiguo Staatliche o como se escriba en español, en la isla de los museos. Todavía la frontera era unas simples vallas móviles,  y unos soldados en las esquinas de cada zona. Yo iría en un capazo de bebé supongo, con apenas un año, en el regazo de mi madre, que pronto moriría.

Mi padre me contaba, que no eran capaces de distinguir el Antonio López, más cercano a Tiziano que el mismo Rubens,  aunque Antonio tuvo la precaución de velarle la luz, y usar lienzo viejo muy obscuro, para que pareciese antiguo por detrás, aun así, destacaba el colorido,  por lo que creían que ¡Era el Tiziano, perdido!. Pero el tiempo que pasó el cuadro en la embajada, no fue en balde. Le tomaron una muestra que enviaron a analizar a escondidas. Una semana más tarde, dos soldados acompañados de un paisano, vinieron a por mi padre al hotel. Mi padre estaba aprovechando el tiempo que tardaban en decidirse a adquirirlo,  visitando  los palacios de  Postdam. Había hecho buenos amigos en los museos de la zona soviética, no se de donde se sacó un carné del partido comunista español, falso por supuesto, no era comunista era anarquista de corazón, y no le gustaban. Pero como buen estafador tenía para todos, y le extendieron un permiso. Tuvo la suerte de que empezó a nevar y llamo por teléfono a mi madre al hotel para tranquilizarla de que se quedaba hasta que escampara. Mi madre le dijo que le daba mala espina esos soldados, y el señor que venía con ellos, y que uno de los soldados se había quedado abajo en el vestíbulo.  Mi padre  no volvió a pisar zona aliada, estando reclamado de manera internacional, ni se le ocurrió intentar volver a occidente. Mi madre, simplemente cruzó a la zona soviética, (nadie miraba entonces),  con el resto de los 5.000 $ que mi padre les había pedido de anticipo para gastos. Mi padre puso una denuncia por robo del cuadro por los americanos  en la comisaría de la policía sovietico-alemana, y tal se explicaba, chapurreando inglés, francés alemán español y ruso, como buen estafador que era, que creo que le creyeron. Le extendieron un permiso de residencia y un visado especial como experto en obras de arte, que le permitía trabajar en el museo. En tanto, murió mi madre de una pulmonía supongo, ya que "de congestión" que me decía mi padre, no sé lo que es .

Como no sabía que hacer conmigo, estando en el burdel de los oficiales soviéticos  llorando a la puta de turno, por su mala suerte. La madama le dijo:

- Tráemela que yo te la cuido, si pagas.- Según me dijo mama.

Se juntaron el pan y las ganas de comer: El bocazas chascarrillero  de mi padre, era el perfecto "monsieur para la maisson". No había oficial de alto rango, o personalidad,  que al llegar a Berlin, el punto cero de la guerra fría,  ya puesto el muro, que no visitara los museos, y ¿Quién se encargaba de calentarles los oídos?. Con escabrosas cuentos de pintores, amantes de pintores, modelos.., donde dejaba caer una o dos veces, - La polaca que acaba de llegar al "bordell", está mejor proporcionada, - O -Tan buena como el champán francés que acaban de llevarles.

Todo muro tiene un agujero, si quienes lo guardan, tienen otro con pelo en la cabeza.

¡Para el bordell, paso franco de mercancía a través del muro!

Si un oficial resultaba excesivo de camarada, se le cambiaba de puesto por uno de más alto rango , al grito de "bestellen" desde el otro lado del teléfono cuando les llamaba "Lady Bordell" , y es que mandaba, como nadie. Un corpiño escarlata, que le escondía los excesos de chocolate y salmón ahumado noruego, sujetado por dos columnas preciosas, siempre enfundadas en medias negras trenzadas, rematadas por unas botas militares de montar con tacón alto, de precipicio. El balcón al que nadie se atrevía a mirar si no estaba a más de 10 metros de ella, estaba compuesto de 2 "peazos" de tetas, sin mácula desde el corpiño hasta la cabeza,  donde una colacaballo de pelo negro zaino, tensa como el rabo de un macho alfa, la hacía más alta, y como una capa, enmarcaba y arropaba su dura y acerada mirada, y, el perverso rictus de sus labios, al que yo le arrancaba de cuajo una sonrisa franca,  pasando por el arco de sus piernas. "Mama lady bordell", la llamaba por sincronía.

Al poco de quedarme sin madre era mi madre. Yo la llamaba mama, pero mi padre me corregía y me decía en su presencia con respeto, ese respeto de a quien permitía meterse en su cama de vez en cuando, - No es mama, es lady bordell, - Mama, era mama a solas, y mama lady bordell, en público, desde mis labios. Los cuales, justo cuando empezaban a estar envidiables,  y cuando ya se negaba mi padre a recibir mis castos besos, murió en un atentado entre la Stase y la Cia en el bordell. Mama me decía  que no tenía claro quien fue, ni a por quien iban, pero la bomba en la 2ª planta del palacete, que habían respetado los bombardeos aliados en la gran guerra, mató a 15 personas: 2 eran scorts alemanas espías de la cia, 6 cubanos que prácticamente tenían allí su embajada al calor de la cháchara, los licores de mi padre, y los coños del bordell,  una periodista que formaba parte de la banda Baader-Meinhof. No, no era Ulrike Meinhof, ésta estaba en otra planta jodiendo precisamente ese día con su amante "Carlos" el terrorista y a dos mozas más, él no, ella. Tres excelentes putas, un coronel ruso y un general checo.  Más de cuarenta heridos entre clientes y putas. No hubo ni una reseña en un periódico o emisora. Era la guerra fría. Porque en Berlín hace mucho frío.

La vida del Bordell

Mama enterró con sus manos los restos recogidos de mi padre en el solar aprovechado.  Jardín y huerto encubierto de la derecha, el de la izquierda, servía de aparcamiento para los clientes. La gruesa estructura de piedras del bordell no sufrió. Yo sí.  Siempre le echaré de menos.  Mama, convocó a todas las partes, espías o no, por separado, y los amenazó con dejarlos sin jodienda como en Lisístrata de Aristófanes. Pero estos no se reían cuando los amenazaba dando puñetazos en la mesa de su despacho, apuntándolos con un látigo recogido en la mano.  En un mes, los daños del palacete estaban arreglados y todos aportaron $ y materiales. Las putas dispuestas eran ya muchas, en una economía comunista como la del Berlín oriental, no hubo problemas en encontrarlas, pero si en enseñarles modales finos, sutileza y procedimientos múltiples en fetichismo. Algo en que sin más remedio yo les enseñaba, sin ser profesora titular.  Yo, de oídas y venidas, en la Bordell era la más vieja y sabia, detrás de mama. Ya desde pequeña, acompañaba a mis amigos a veces a sus casas,  me encontraba con su padre, su tío y los saludaba , - ¡ Hola Otto !.- Otto se quería morir, porque me reconocía a mí, sabiendo que yo misma le llevaba de la mano ridículamente vestido de bebé, a la salita del sado. - .. Nos acercó en su coche a mi y otros niños un día que llovía. - ¡Desde muy pequeña tuve que saber mentir ingenuamente!. Luego en la Universidad Humboldt,  no fue a mejor. Por cuaresma en el primer curso, mi compañero camarada de banco,  fue a estrenarse al Bordell junto con otros, para celebrar las notas y la vacaciones.    Yo les abrí la puerta. - Hola Friederich,.. ¡Anda pasa, calamidad!, ¿Quieres que te recomiende a alguien?, - No me volvió a dirigir la palabra, y me rehuía la mirada si me cruzaba con él. Estoy segura, que se masturbaba pensando en mí, pero yo tampoco le iba a dirigir la palabra la primera. Obviamente todos, los compañeros y compañeras sabían luego que era la chica del  Bordell, y aunque sacara notazas, y estar bien buena, no se sentaban conmigo.  En segundo, subiendo las escaleras me crucé con el rector que iba con uno de mis profesores, se quedó blanco. - ¿La conoces?, Es mi mejor alumno, creo que te he hablado de ella. - Herr Alphonse es cliente de la Champanería de mi mama en navidad. - ¿Hay champanerías en Berlín? - Si, por supuesto, profesor. Suministro discreto a personalidades, si pueden pagarlo, o si el estado nos pide que les suministremos a su costa.

Desde tercero, era la suministradora oficial de condones. Una compañera se atrevió a preguntarme cómo tenía que actuar para que le gustara a su novio cuando lo hicieran. Yo le dije que no lo sabía, que no lo había hecho nunca, y era verdad, pero que las chicas les masturbaban primero lentamente y luego más deprisa, y que al final los dejaban entrar en sus coños, logrando que se aliviaran rápido. También le dije que a ella no le iba a gustar así, porque por lo que había visto,  las chicas así no disfrutaban, y que usase un condón antes de que la penetrase, que saqué de mi bolso y le di. En el bordell las escorts le pedían los condones a mama, o a mí, si no estaba por allí. Yo por ayudar, llevaba siempre alguno en los bolsillos e incluso en el bolso, así que en la universidad, también. Terminando los estudios me había ganado la reputación de acertada sexóloga en todas las apetencias sexuales, siendo aún virgen. Me gradué "cum laude" en historia del arte. Me acurrucaba en su sofá preferido con una manta, mi padre me abrazaba por detrás, y me iba enseñando fotos de obras de arte de los museos. Me sabía el Prado de memoria, y las características de cada obra, me las describió entonces, tan sucintamente en español, que parecía que estaba allí con él. Con mama en los brazos, mientras le explicaba obras de arte griegas, en la cama del hospital, estuve hasta que se quedó muerta sin darme cuenta. Un tumor la segó sin remedio en dos semanas.

Cuando volví luego del entierro al bordell, me sentaron en el sillón troneado que mama había situado en una repisa, a una altura desde la que era capaz de ver discretamente parapetada en biombos abiertos, todo el salón y las subidas y bajadas de las escaleras. Puestos  en fila,  me dieron el pésame, un ponche y un sándwich. Allí me quedé dormida, hasta la caída del sol, la hora punta de la avalancha de clientes, y con el ruido, me despertaron. Venía el nuevo coronel recién ascendido hacía un mes, Era el encargado de toda la vigilancia y mantenimiento del muro.  Un armario de 1,90,  con pantalones, lo cual quería decir, que ese día quería chica,   mientras pausadamente se dirigía a mi, puso un pie en la tarima y me dijo, - ¡ Hermosa!, llegó tu día, hoy te quiero a ti. - Anke, de segundona, llevaba años gorroneando a conciencia el bordell, con su gorra de plato su uniforme verde y sus botas de montar. Chocaba con mama, ambas dominantas extremas, pero en el bordell mandaba mama, le daba siempre casi todo, es decir siempre le limitaba algo para que le quedara claro que allí mandaba ella-... y ¡DOS BOTELLAS DE CHAMPAN!- Y una botella de Champan. - A mama no le hacía falta gritar. -.. ESE JOVENCITO, Y ESAS DOS PUTAS, -  Ése y aquella, llévatelas, y nada más por hoy. - Anke hacía lo mismo, le dejaba pasar esto esto y esto, pero: -..  ¡UNA TELEVISIÓN EN COLOR CAPITALISTA, ¡ESO NO PASARÁ JAMAS! - Si estaba yo, o pasaba por allí, no cejaba de alardear jactándose de confianza frente a su otros compañeros oficiales , dirigiéndose a mi. - NIÑA, DEJA DE VER LA TELE CAPITALISTA,  UN DIA TE VOY A LLEVAR A VER EL CIELO..- Y yo siempre le contestaba burlona - No tienes dinero para ese billete, fanfarrona. - Anke estaba aquél día desafiante, quería el trono de dominanta. Me levante lentamente y me fui hasta ella, le quité el abrigo que dejé en el respaldo, le desabotoné la pechera, y le  pasé dos dedos entre los botones de la camisa buscándole el sujetador hasta que entrando entre él y su seno, le pillé el pezón. Anke gimió, como relincha una yegua en celo,  se había puesto muy caliente. La agarré del cinturón del pantalón y tiré de ella como quien se lleva a un cordero al matadero. Mientras subíamos las escaleras, le volvía a meter la mano por el pantalón y le pase el dedo por el canal de su sexo, no quería que se enfriara. Elegí mi terreno mi espacio y mis armas tal como me había enseñado movimiento a movimiento mama.  Un habitación que no conocía ella, un sofá  grande de eskay al lado de una ventana con cortinas y una robusta cama. La comencé a desnudar,  y le dejé las tetas al aire que quedaron a la altura de mi boca, le lamí los pezones que se pusieron como pitorros de botijo, y sin parar de acariciar muy despacio solo por los lados el punto ese, que acumula todos los males del mundo, pasito a pasito, como en el vals más lento del mundo,  la llevé hacia el sofá debajo la ventana donde colgaba hasta el suelo un bordón de cuerda púrpura que daba servicio a unas cortinas de rojo satén. Me di la vuelta detrás de ella y la dejé caer suavemente encima de mi. La abarqué por las caderas con mis piernas y le puse los talones de mis pies en el comienzo de su entrepierna, y siempre muy despacio, muy despacio, más que se tarda en leer desde muy despacio a este 5 veces o más, para recorrer el circulo completo, rodeando la protuberancia del fin de todo. Con todo el tiempo del mundo,   al sentir que empezaba a tensar sus piernas deslicé el cordón por su hombro derecho mientras le iba  acariciando con la borla deshilachada de abajo arriba, de arriba a abajo hasta que con inocencia pasé una vez alrededor de su muñeca derecha, y esperé que empezara todo, con el cordón descansando en en el hombro izquierdo, hasta que tensó su vientre y soltó un jipio, avisándome que estaba apunto. Tiré  del pellejo que rodeaba su alma, con mi mano derecha plana sobre  su vientre, mientras con la izquierda puse mi dedo índice a tintinearle, la campanilla del cielo , intentaba cerrar las piernas pero mis talones encajados ya no le dejaban. La radio, parásita de las emisoras del Berlín occidental, le apaga su voz, sonaba "The Bangles Eternal Flame".

Al empezar a dar espasmos, tomé el cordón con la derecha pasándolo hacia atrás y tirando lo suficiente. Si intentaba zafarse la mano derecha tirando ella misma se ahogaba, si soltaba para respirar  le recogía más cuerda, hasta que en pocos movimientos  le tenía la mano atada  a su espalda. Me ladeé echando todo mi peso hacia la izquierda donde  su brazo libre aún le sujetaba, mientras intentaba recuperarse de su entrega y de sus últimos espasmos. Ya sin fuerza ella, y yo con mis dos manos libres le ate con el mismo movimiento las siniestra. Quedó recostada tomando aire a la fatiga. Anke creía que era un juego, y así era. Atada aún sin reponerse no pudo resistirse, la tiré del moño y forzada fue hacia la cama donde la até las piernas a los pies del cabecero, su cabeza colgaba por el resto de la cama. Me subí a horcajadas y comencé a sorberle  las tetas con fuerza, tirando de sacarle, empezó a gritar  - STOP! FÜR!, STOP! FÜR! . - La masturbé a intervalos de 10 minutos hasta el alba, y era invierno. Era ya un charco de sudor, estaba deshidratada, y sus músculos como trapos temblorosos, le dolían por las agujetas extremas.  Ya nada le placía  desde hacía 10 horas, las mismas que decía quejándose, y susurrando lamentosa - Bitte, bitte. -  Todo estímulo en sus genitales  le dolía como la piel recién quemada.

Un muro en BerlínLos soldados eran los primeros que se levantaban para llegar a sus cuarteles, cuando escuché su ruido la bajé sujeta a mi hombro porque casi no podía dar un paso,  Ya con todas las luces dadas en el salón principal aparecí con Anke arrastras prácticamente, hasta que la lleve al sillón de mama, allí la dejé caer boca a bajo sobre su abrigo, me puse un cinturón consolador,  como Lisístrata, la agarre de las caderas y me puse a follarla con tal brío y tal ritmo, que Anke cayo sobre sus rodillas y rompió a llorar.  Sus compañeros dijeron - ¡Mauer fiel!.  Fueron por sus ropas para vestirla, y yo les ayudé. Le  deshice el moño y la coleta dejándole la cabellera al  aire y le dije - ¡Hermosa mujer! pero la próxima vez pagas, - Y le di un largo beso. Me puse su abrigo para salir a despedirla a la puerta, le puse la gorra de plato sobre su cabeza y le di otro beso y una fuerte palmada en el culo. A Anke la llamaban sus camaradas "el Muro"


 

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