OCHO ARGUMENTOS PARA DEJAR A TU CHULO

 

 

Aunque tu chulo te zarandee en el coche con una agarrrrrrada, que se muevan los dados que llevas colgando del retrovisor al mismo ritmo que tus ayes,  y aunque estos los cuentes por más de 500, las mismas veces que te movió a empellones, asintiendo con la cabeza el perrito de la trasera,  si luego te chuleó, no te quería.

Aunque tu chulo te arreglara la percha de la puerta, o te comprara otra, porque a  la que te sujetaste y quedaste colgada, cuando te pilló por detrás, abriéndote como un melón maduro,  y dejándote convulsa, chorreando la vida entera como un animal sacrificado. Si luego te chuleó, es que no te quiso.

Cuando  te hizo pedirle perdón por todo,  insistiendo tan largo y tendido con su dedo,  donde Venus perdió su inmortal presencia humana  clamando como una perra, tan intenso y sostenido, que tuviste agujetas, y ojeras de velatorio muy sentido al día siguiente. Si luego además te chuleó, no te quiso.

y, cuando te amaso y mascó cruda, desde tus molletes a tus mollas y te hizo pan el culo y te revolcó tendida por la mesa, y te iba añadiendo la flor de la harina, mientras crecías sobada por sus manos en tus pechos, por la levadura de la pasión. Entonces, si luego te chuleó, no te quería.

Si se bebió enteros tus pechos y tu boca y tu flor y tu alma hasta dejarte seca, mientras chorreabas ríos de sudor y pedían tus pulmones aire a Céfiro, jadeando gemidos, si luego te chuleó, no te quería.

Cuando te clavó encima de él, contra su puntal, atravesándote toda, jalando tus ijares, y querías salir y más te clavabas, y querías salir y más te clavabas y querías salir y más te clavabas, hasta que espiraste la vida como la muerte, clavada feliz en su cruz . Pero luego, si te chuleó, tampoco te quiso entonces.

Y cuando creíste morir con su dedo dentro de tus entrañas,  con un ritmo tan infernal, tan animal, tan grosero, tan intenso, que te obligaba a tensar tu vientre, tu culo tus piernas, tus pies, que se iban alzando, y te ponías de puntillas, hasta que perdidos todos tus argumentos, libre ya de tus nervios caías rota como un muñeco al suelo,  entonces, si también te chuleó luego, tampoco te quiso.

Si estabas esclava, hipnotizada de sus húmedos besos que te recorrían como un brochazo de arriba abajo, mientras las yemas de sus dedos te transitaban,  y se paraban y seguían y se paraban, rozando apenas el vello de tu piel, hasta que sumisa gritaste, -¡Sigue,  termina ya!. – Pero luego te chuleó, entonces, tampoco te quiso.

Porque como decíamos en el patio de las hermanitas de la bendita misión, mientras aprendíamos, “no es lo mismo un guardameta que te la meta un guardia”, no es lo mismo que voluntariamente trabajes de scort, y lo que ganes te lo gastes con tu chulo, a que tu chulo te obligue a trabajar de scort,  y se gaste lo que ganes.

Ni es lo mismo, (clientes/as del final grato en general, que lo lean), que te lo hagas con toda una señora pagando a sabiendas, a que violes a  una adolescente contra su voluntad, aún sin saberlo, y encima pagues. Moraleja: Si dudas, mejor no. Apréciate a ti mismo/a y a tus semejantes y denuncia ante la sospecha de esclavismo.

 

 

 




 

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